Cocinando con nuestros peques

Tocar, oler, observar, cortar, trocear, mezclar, amasar, explorar, sentir, saborear. Qué bien la pasamos, nuestros sentidos todos estimulados!

Las frutas en este encuentro fueron las protagonistas y nuestros peques disfrutaron de sus aromas, texturas, sabores… fue una fiesta de color! Ellos encantados de participar.

Cuando los padres nos dicen: a mi hijo no le gustan las frutas, nosotras contestamos … a quien le gusta la fruta en casa? comen fruta juntos? hacen preparaciones con frutas? hay fruta a la vista? que frutas no le gustan? cuáles puntualmente? El grupo frutas es muy amplio para tacharlo completo, sería una pena.

No etiquetemos a los niños, ellos repiten y se creen esto de que «a mi no me gustan las frutas» o las verduras o lo que sea que el adulto diga, y esa etiqueta queda allí siempre presente, como una realidad, como una verdad absoluta e irrefutable; pero lo cierto es que fue creada desde la palabra y el discurso del adulto a cargo, y creída y repetida por los mas chicos; para ellos nuestras palabras son LA verdad.

Para decir que a un niño no le gustan las fresas habría que haberlas ofrecido al menos 10 veces, en 10 oportunidades diferentes, en contextos diversos: en la casa de los abuelos habiendo ido juntos a comprarlas, a elegirlas una a una, luego de haberlas tocado y lavado juntos: en la casa de un amigo, en el parque, en la playa, en un snack crocante saludable, en una macedonia de frutas (preparada con amigos) en un pic nic, en una tarta de fresas en una fiesta infantil… etc.

Si el clima es propicio al ofrecerlas, si jugamos al elegirlas, si se relaciona con un encuentro amoroso, es poco probable que las rechacen; igualmente si así fuera hay muchas oportunidades mas hasta decir, este alimento realmente no le gusta. Ademas hay una gran diferencia en que algo le repugne, que no lo tolere, o que no le agrade mucho pero pueda consumirlo sabiendo que le hace bien, que tiene fibra, que le ayuda a crecer y que tiene vitamina C, por ejemplo.

Tengamos en cuenta que la primera impresión puede ser negativa, puede que sólo toquen y huelan; en la segunda oportunidad a lo mejor se atreven a probar y quizás hasta la quitan de su boca; en otra oportunidad no van a querer ni siquiera acercarse a la mesa; en otro momento quizás coman un pedacito pequeño y ya… demos tiempo, tengamos paciencia, todo esto es positivo. Se van acercando a lo nuevo, y cada alimento puede ser nuevo dependiendo de la etapa, de la presentación, de la forma, de la época de año, del humor con el que lo enfrentemos, de como se siente el niño ese día puntualmente…

Un comentario típico de los padres es que hasta los dos años «comía de todo» y luego a los 3 o 4 años: «ahora no quiere nada!» Esto es lógico, es esperable esa selectividad, acompañemos amorosamente esa etapa también y si un día no quiere un alimento no pasa nada, lo ofrecemos en otro momento, otro día en otra preparación, con otro formato, siempre con paciencia.

Ellos disfrutan mucho nuestra compañía: esa ratito de sobremesa, compartir juntos unas frutas, hablar con ellos de nuestro día, puede ser un hermoso momento familiar.

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