En general, las grasas de animales (es decir, grasa de la carne, manteca)
contienen más ácidos grasos saturados que los de origen vegetal. Sin embargo, hay
excepciones, como por ejemplo el aceite de coco que tiene una gran cantidad de ácidos grasos
saturados.

Los ácidos grasos SATURADOS en exceso elevarían los niveles de colesterol y de las
lipoproteínas de baja densidad (LDL). El consumo de colesterol en la alimentación aumenta
los niveles de colesterol pero la magnitud de este aumento es muy variable.

¿Está bien tener un valor muy bajo de colesterol? ¡NO!

Lo necesitamos para el metabolismo de las grasas ya que formamos sales biliares- con él
formamos hormonas esteroides (como las hormonas sexuales) y la vitamina D: Lo necesitamos
para su correcto funcionamiento que darán forma a nuestro cuerpo y a nuestra masa
muscular. Además, interviene con la vitamina D balanceado el hueso y el metabolismo del
calcio. ¡Necesitamos tener el colesterol EN RANGO, pero no sería saludable tenerlo muy bajo!

No hay que temerles a las grasas, son esenciales en nuestra alimentación, ¡las necesitamos!

Hay que aprender a elegir cuales son las mejores:

-Principal consigna: Que sean grasas de origen natural – aceite de oliva, aceite de coco, frutos
secos (nueces, almendras, pistachos, etc.), carnes (si podemos pescados azules, mucho mejor
ya que tenemos un aporte de omega 3)

-Otros datos a saber: las grasas industriales son las que peor nos hacen por ejemplo las grasas
trans. Tienen efectos graves para nuestra salud y nos mantiene con el paladar colonizado
industrialmente. Es importante romper con esta linealidad y optar siempre por grasas
naturales a la hora de comer. ¡Además, las grasas nos brindan mayor saciedad y un menor
impacto glucémico que nos ayudará a mantenernos menos ansiosos durante el día!

Qué cosas evitar cuando el colesterol está muy alto

– Cortes de carnes rojas con mucha grasa visible. Falda, asado de tira, matambre,
hamburguesas, osobuco
– Achuras y vísceras. Riñón, mollejas, chinchulines, tripa gorda, sesos, hígado, lengua
– Fiambres u embutidos. Salchichas, chorizos, morcilla, salame, mortadela, bondiola
– Carne de cerdo y derivados. Jamón, panceta, tocino, lomito
– Caldos y sopas concentrados de carne y pollo.
– Yema de huevo. De gallina o codorniz
– Preparaciones a base de yema de huevo. Mayonesa, crema pastelera, sambayón, flan casero,
panqueques
– Manteca, margarina sólida y crema de leche, dulce de leche.
– Productos de confitería y panadería. Masas frescas y secas, bizcochuelos, piononos, tortas,
facturas de grasa y de manteca, bizcochos de grasa, pan con chicharrón…
– Productos de copetín. Papas fritas, chizitos, palitos, como cualquier fritura sometida a
mucho calor